Llovizna de Halloween

16.04.2008 21:00

 

 

Aquel día la banda no desfilo y sus intérpretes no sonaron sus instrumentos. Después de escucharse las reuniones en la parroquia el Carmelo, los integrantes de la banda discutían sobre que disfraces lucirían aquel año. Era el 29 de agosto de 1999. la iglesia siempre acostumbraba tres meses antes del evento organizar y conseguir el dinero para la compra de telas y la contratación de costureras, pero justo el 31 de octubre de aquel mismo año la banda marcial jamás desfilo.

 

El barrio santa Maria, ubicado al sur de Medellín, es un espacio dividido por dos avenidas, la carretera viaja y la carrera 52  en la cual preponderan los negocios comerciales. Sus habitantes son relativamente costumbristas y rinden culto a tradiciones tales como la semana santa, el marrano chamuscado y la natilla en navidad  y como si fuera poco cada año  los habitantes esperan a las ocho de la noche la procesión de músicos disfrazados que salen de la iglesia y que  caminan por la calles animando la fiesta.

 

Catalina es una de las tantas habitantes del barrio que desde siempre le ha tocado ver el desfile, además desde pequeña gozaba de la fiesta con su disfraz, caminaba junto con sus hermanos calles enteras cantando el triki, triki y recibiendo confites  cuando de le acababa su tiempo debía volver al almacén de su madre a vender las chispitas mariposas. Sentada en una silla y exhibiendo los paquetes de pólvora sobre una caja de cartón, allí ella esperaba la anual banda marcial y la que no podía faltar.

 

Cada año las calles son transitadas, pero la carrera 52 se convierte en una pasarela de gente, en un tumulto avasallador, hasta tal punto que la misma gente le cierra el paso a los automóviles unas 6 cuadras. La gran atracción no era el desfile, ni la música sino los disfraces de los integrantes de la banda y los hombres que se disfrazan de travestís o de colegialas y siempre están mostrando sus piernas peludas y sus nalgas. En esta fiesta la alegría se tranmiste y el fulgor se contagia por la variedad de disfraces que decoran las calles. Unos con trajes nuevos, otros con el disfraz de moda, y otros con los rebuscados que impresionan y que dan risa.

 

El 31 de octubre del 1999 no estaba catalina vendiendo las chispitas por que afortunadamente se acabaron temprano,  sin embargo las calles estaban un tanto solas, la música de los bares no se escuchaba casi, la avenida aun no estaba cerrada por la gente,  pero como aun eran las 7:30 de la noche catalina se sentó en una acera debajo de la carpa de  un almacén a esperar que pasara la banda.  Pasaron dos horas y menos gente transitaba las calles, los niños estaban somnolientos y cansados, sus disfraces estaba algo mojados y mugrosos y catalina volvió a mirar el reloj y eran las 8:46, mientras tanto pensaba ¿por qué se están demorando tanto? veía sus alrededores, volvía y miraba el reloj, se daba cuenta que los negocios ya estaban cerrando, los bares esperando individuos para obtener alguna ganancia de la noche.

 

Aquel día fue diferente por que no hubo ni ruido, ni murmullos, ni bulla, por que las bolsas de confites no rebosaban, por que los paquetes sobraron en los lugares donde regalaban, por que se desentendió el termino aglomeración y por que sin disfraz igualmente catalina esperaba la banda.

 

Paso el tiempo, eran las 10:37 y catalina cogio rumbo hacia su casa, se desamarro los zapatos chisgueteados de pantano, se quito sus medias mojadas, seco su cabello con una toalla, desmaquillo su rostro se acostó en su cama y concluyo: ya se por que la banda marcial no salio y por que la gente se esta yendo…todo por que esta lloviendo.

 

Catalina Zapata

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